SIESTA
evoca la travesía por la piel tostada
aquella tarde de verano.
La cotorra inicia su cortejo,
tumbadas las estrellas,
a punto de salir con su lenguaje
de luces vestidas.
Una cálida luz traspasa los párpados
que de a dos,
descubren el secreto de los sueños,
pues no llegan en esta hora de siesta
que tanto te buscan
Preparo el cuerpo para la pedalada
que nos llevará a otra playa de silencios,
a pesar del chapoteo de bañistas despistados,
ajenos al cuento de peces y sirenas,
ajenos al cuento de peces y sirenas,
que tienen como deseo
empujar el agua hasta tu oído,
pronunciar el nombre prohibido,
llegar a la otra orilla
que no divisan
Otra vez ese zumbido insistente.
Se mezcla con el latido perdido
en la hamaca que en amarillo
nos muestra su morada
Isabel Mendieta Rodríguez
Derechos Registrados
Imagen: en la red
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